Hosanna a nuestro Rey
24 marzo 2024El himno de la carta a los Filipenses es una buena introducción a la semana santa; nos da ya la clave para entender todo lo que celebraremos: la pasión y la muerte es el punto más bajo de todo un proceso de abajamiento de Jesucristo que, por amor ye solidaridad con nosotros, no se aferra a su condición divina sino que se hace nada para tomar nuestra condición de esclavitud hasta llegar a la muerte, y muerte de cruz.
Pero quien así actúa no queda aplastado por la muerte, sino que alcanza la vida en plenitud. Esta es la paradoja que iremos viviendo estos días santos, en los que percibiremos la grandeza y la gloria de Jesús no en los actos de poder o en los honores, sino en su capacidad de servicio, de perdón, de obediencia al Padre hasta el fin.
De hecho, la entrada triunfal en Jerusalén no la hace montado en un caballo de guerrero poderoso, sino en un pollino humilde. Y quienes lo aclaman no son las élites políticas y religiosas ni los soldados, sino el pueblo sencillo que se siente en sintonía con un rey pacífico y humilde.
Preparémonos para contemplar a Jesús durante esta semana santa, con actitud de discípulos agradecidos que todavía tenemos mucho por aprender.
Orar con el Evangelio
Señor Jesús, hoy queremos orar fijándonos en la actitud positiva de muchas personas: la alegría y el entusiasmo de los que te acogieron al entrar en Jerusalén; la disponibilidad de los discípulos para hacer todo lo que pedías para preparar la Pascua;
la capacidad de gestos de amor y ternura de aquella mujer que te ungió con perfume; el gozo de quienes compartieron contigo la mesa de la cena pascual; el arrepentimiento de Pedro al darse cuenta que no había hecho lo que proclamaba;
Y sobre todo, el Domingo de Ramos ayuda a fijar en ti, Señor Jesús, nuestra mirada y nuestro corazón agradecido porque has compartido en todo la vida humana, abriendo el horizonte de la muerte.
Ayúdanos a tomarnos en serio la invitación a orar y velar contigo para no dormirnos y estar atentos a los retos de cada día. Danos tu actitud serena, pacífica y confiada ante las acusaciones, injurias, humillaciones y la condena a muerte. Que te sepamos reconocer y valorar como único Señor y seguirte como único Maestro.
Cfr. “La misa de cada día” marzo -Comentarios y Oración- Mercé Manzano, Maxim Muños y Josep Roca. pag. 85, 98-99