Audiencia General con el Papa Francisco
9 agosto 2017Hoy las Claretianas tuvimos una profunda experiencia que reafirma nuestra vocación eclesial. Desde sus orígenes, nuestra congregación está llamada a ser “orden nueva” para la renovación de la Iglesia. Esto está muy en sintonía con la visión del Papa Francisco.
Comenzamos con la eucaristía sobre la tumba de Pedro celebrada por el P. Vicente Sanz, cmf
Seguidamente pasamos a la audiencia general con el Papa Francisco. Nuestra superiora general, Jolanta Kafka y nuestra anterior general, Soledad Galerón, entregaron al Papa una imagen enmarcada de la foto del Cristo de la visión inicial y conversaron con él por varios minutos explicándole que ante este Cristo la Madre Paris sintió el llamado a la renovación de la Iglesia. El Papa dijo a las Claretianas “no dejen la oración, con la oración podemos afrontar todas las dificultades.” La catequesis fue sobre el texto de Lc 7, 36-50, la mujer pecadora que le unge los pies a Jesús.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre el perdón como motor de nuestra esperanza. Jesús en el Evangelio, con un corazón misericordioso, se conmueve ante el dolor de los que sufren y sale al encuentro de los pecadores.
La cercanía del Señor hacia los descartados, especialmente hacia los pecadores, recibió las críticas de sus coetáneos, que lo tacharon de blasfemo por arrogarse el poder de perdonar pecados. Ante esta incomprensión, el Hijo de Dios murió en la cruz para perdonar nuestras faltas y para que podamos ser auténticamente libres.
La Iglesia no se formó por hombres intachables, sino por personas que pudieron experimentar el perdón de Dios. Pedro aprendió más de sí mismo cuando cayó en la cuenta, al cantar el gallo, de lo que había renegado a su maestro, que cuando se mostraba superior a los demás con sus ímpetus y formas espontáneas. También Mateo, Zaqueo y la Samaritana, pese a sus fallos, sus pecados, recibieron del Señor la esperanza de una nueva vida al servicio del prójimo.
Hermanos, todos estamos necesitados de la misericordia de Dios, una fuerza que nos transforma y nos devuelve cada día la esperanza.