De la multiculturalidad a la interculturalidad – Tiempo de proclamar la promesa
20 abril 2021Hace casi año y medio, el 7 de diciembre de 2019 recibimos una carta de Jolanta Kafka, superiora general, donde nos hacía partícipes de los planes para celebrar los 100 AÑOS DEL INSTITUTO UNIFICADO, con ese motivo nos invitaba “a reavivar nuestra comunión… desde la perspectiva de interculturalidad.” Nos recordaba cómo el XVII Capítulo general nos había encomendado reflexionar sobre la interculturalidad, (DC 2017, 3) y a dar pasos concretos a nivel general y local (DC 2017, 6). Proponía realizar un seminario en el que pudiéramos profundizar la realidad multicultural de la congregación y buscar claves para seguir creciendo en la interculturalidad (cf. Programación GG 2.6). Nos decía:
“De la misma manera que el Capítulo del 1969 puso el carisma en conversación con la voz de la Iglesia y la cultura moderna, queremos ponerlo hoy, de modo reflexivo, en diálogo con la variedad de culturas que conforman la Congregación.”
Días después las redactoras recibieron una carta invitándolas a preparar algunos temas sobre el carisma desde su cultura, tarea delicada en la que les acompañaría una hermana de mayor experiencia y conocimiento del carisma.
Así comenzó el sueño de estos días donde como congregación queríamos escuchar las voces jóvenes, las voces diversas, pero no menos claretianas que las que llevamos más años de andadura. Lo hicimos convencidas de lo que nos decía Jola al comenzar el seminario: No hay cultura que no pueda ser transformada por el Evangelio y el carisma. No hay carisma que no pueda dialogar con cualquier cultura. Según nos decía…Para llegar a la interculturalidad, el proceso es una nueva creación, no es adaptación, es querer intencionadamente acoger los valores, formas de expresión, etc.
Esto ha supuesto una inversión en nuestra metodología de reflexión, siguiendo las orientaciones ofrecidas en los talleres de interculturalidad que nos sirvieron de preparación. No se trataba de traducir ni adaptar el carisma a las culturas…que es lo que con frecuencia se hace. El punto de partida han sido las culturas…ahondar en sus raíces, su riqueza, sus semillas evangélicas y sus disonancias respecto al Evangelio. Desde este primer acto de valoración de lo que somos, dialogar en mutualidad con el carisma. Sin perder de vista que la referencia insustituible es y será el Evangelio, ya que como decía nuestra Madre Fundadora: “Dios Nuestro Señor todos los tiempos tiene presentes y no nos ha dado más que un Santo Evangelio” (PR 8).
El tema de consagración y votos vistos desde la cultura mexicana, congolesa – en sus dos expresiones: Lele y Yansi; desde Brasil nos presentó el sentido de lo sagrado que está tan presente en la mayoría de nuestras culturas madres…pero que por la secularización se ha ido perdiendo en la cultura moderna. La consagración desde el seguimiento de Jesús, no es separación ni privilegio, sino entrega a Dios y servicio a los hermanos. Los votos plantean a las culturas verdaderos retos de comprensión, ¿cómo hablar de una opción por la pobreza a pueblos para los cuales ser pobres no es una opción, sino una imposición? Nos invitaban a resignificar la Pobreza como reconocimiento consciente y sincero de la propia realidad y la apertura generosa para dar y recibir. Dedicarnos a lo más valioso que son las personas y por lo tanto, ser y estar con los pobres en seguimiento de Cristo.
El voto de castidad es contracultural en las culturas de origen y en la cultura contemporánea, sólo tendrá sentido desde un testimonio de relaciones sanas y profundas, centradas en la capacidad de darse desde un amor ágape enraizado en Cristo.
Finalmente, el voto de obediencia se nos planteaba como un poner a disposición de Dios lo más grande que tenemos: la totalidad de nuestra vida. Hemos aprendido la importancia de discernir en comunidad bajo el “árbol de la PALABRA de Dios.” Pero escuchando a todas las voces…
Nuestro carisma ha de escuchar los retos que vienen de la cultura ante una propuesta de consagración para poder ser significativas. Como el “encuentro de las aguas” de los ríos que desembocan en el Amazonas, recordando que ninguna cultura es el ombligo del mundo.
La reflexión sobre la vida fraterna desde la India, Italia, España, México, Indonesia, rescató el valor de la familia que subyace muchas de nuestras culturas, descubriendo el nuevo sentido de familia inaugurado por Jesus en igualdad de dignidad que nos lleva a aprender a conjugar el respeto a las mayores con el respeto a las jóvenes.
También el valor de la convivencia y unidad dentro de la diversidad de lenguas, tradiciones y religiones que conforman algunos países. Estas culturas nos enseñan a poner el énfasis en lo que nos une, en nuestra identidad y sentido de pertenencia. No podemos quedarnos en un plano superficial, de vida en común. Hemos escuchado el clamor por una vida comunitaria que sea vitalizante, donde cada una se sienta acogida en su verdad, que pueda ser ella misma en relaciones de igualdad desde la fraternidad evangélica. Los caminos para llegar allí son diversos…el camino guadalupano de amabilidad y respeto, de fiesta, belleza y gratuidad…el camino de un proyecto institucional que clarifique y oriente los cambios necesarios. El camino de Pancasila.
Finalmente, el tema de renovación de la Iglesia, desde Sri Lanka, Cuba, Perú, nos invitaba a presentar una nueva imagen de la Iglesia, una Iglesia humilde y menos poderosa, a contribuir a través de la humanización y la fraternidad desde la experiencia de la amistad apertura y aceptación de las diferencias, viéndolas como oportunidades de unidad y enriquecimiento.
Pero más allá de todo lo reflexionado, de estas maravillosas reflexiones, aquí ha acontecido algo muy importante. Como congregación hemos procurado formar, enseñar el camino del Evangelio y del carisma a las nuevas generaciones que han surgido en diferentes lugares…estos días la Congregación ha querido a aprender, escuchar, dejarse interpelar. Damos gracias a Dios por las voces que se han expresado estos días, por la riqueza, el valor, la responsabilidad con que han preparado estos aportes.
Es el momento de celebrar, de proclamar la promesa. Now is the time to proclaim the promise…