Desde Filipinas…
17 julio 2024La poeta canadiense Anne Carson dijo una vez: “La única regla del viaje es: No vuelvas como te fuiste, vuelve diferente”. Todo viaje, toda experiencia si la vives intensamente y desde el corazón, nos cambia y ayuda a valorar la riqueza de otros lugares y culturas. Quizás esto sea lo que nos suceda a Cathy y a mí, después de este viaje.
El 10 de julio, con nuestra visa en la mano, maletas preparadas, despedida de las hermanas y un poco nerviosas… por lo desconocido, iniciamos nuestro viaje de Roma a Filipinas. Un viaje tranquilo en el cual todo encajó perfectamente.
Llegamos a Filipinas, el 11 de julio y en el aeropuerto internacional de Ninoy Aquino, nos estaban esperando nuestras hermanas Anas, Vicky y Rita. No solo nos recibió el calor metereológico, sino el calor fraterno. Dos sentimientos: Incertidumbre por pisar una tierra desconocida y alegría por saber que las hermanas nos estaban esperando. Primeros abrazos y chapurreando, por nuestra parte, un poco de inglés y, por la de ellas, un poco de español, logramos entendernos. De noche la ciudad de Manila vibraba, y después de un largo camino llegamos a casa, el Noviciado Antonia París. Todas las hermanas ya estaban descansando, así que no fue hasta el día siguiente que las conocimos y pudimos saludarlas. Es una comunidad grande formada por profesas, junioras y novicias (filipinas, indonesias, vietnamitas, de Sri Lanka), una gran riqueza cultural.
El primer día fue de adaptación, descansar, cambio de horarios, comidas, conocer los espacios de la casa. El sábado, tuvimos la oportunidad de conocer parte de la misión que realizan nuestras hermanas. Visitamos con Lency, Florensia y la novicia Huong, la comunidad de Forestry. Aquí compartimos la Palabra de Dios y rezamos el rosario en la casa de una familia. También pudimos palpar parte de la realidad en la que vive la gente.
Al día siguiente, domingo, participamos junto con algunas hermanas de la comunidad en la Eucaristía de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, que estaba celebrando sus fiestas patronales. Esta estuvo presidida por el Obispo de la diócesis de Cubao, Monseñor Ontionco, un hombre dinámico, expresivo y alegre, que nos ayudó a vivir la celebración intensamente, aun sin entender nada. Tuvimos la oportunidad de saludar a algunas religiosas de la zona.
Y comenzamos nuestra primera lección de inglés con nuestra hermana Lency.
El día de la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, y dentro de la celebración del 175 aniversario de la fundación de la Congregación de los Misioneros Claretianos, todas las hermanas participamos en la Eucaristía de Profesión perpetua y renovación de votos de un grupo de jóvenes claretianos. Después compartimos la fiesta con una comida y actuaciones de todos los grupos que forman la parroquia y miembros de la Familia Claretiana. Fue una celebración muy cuidada y un ambiente fraterno.
En estos pocos días que llevamos, hemos experimentado el sentirnos familia y la riqueza de otra cultura.
Beatriz Mª Pereiro Acevedo