“Dios es un maestro de las sorpresas” …

27 octubre 2024

Testimonio de la experiencia del Sínodo

La vida, cada día, nos sorprende con algunos regalos inesperados, y esto fue lo que nos ocurrió a Bogumila y a mí, al recibir la invitación a participar en la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo que se celebró en Roma del 04 al 27 de octubre. La pregunta que brotó de nuestro corazón: ¿Estábamos preparadas para ello? Con nuestros temores, ambas aceptamos.

Desde el 30 de septiembre, cada día, según los turnos que preparaba Camilo, coordinador de los asistentes, íbamos al Aula Pablo VI. Poco a poco nos dimos cuenta de cuánto estábamos recibiendo: más conocimiento de la iglesia, la riqueza de otras culturas, las formas de pensar distinto, los rostros tan diversos, sentarse alrededor de una mesa a dialogar y escuchar, el silencio, la conversación en el espíritu … una visión de la Iglesia deseada y querida por todos… y el Espíritu que  guía a todo el pueblo de Dios.

Durante este tiempo sinodal han surgido muchas preocupaciones y también esperanzas. Tenemos claro que nuestra misión es la de anunciar el Evangelio a todas las gentes, culturas y realidades, … pero debemos hacerlo en clave sinodal,… caminando juntos… tenemos que ser transparentes en nuestra vida, en nuestra forma de actuar; y tomar decisiones para dar forma real a la convivencia de las diferencias. Mucho diálogo y mucha escucha… La armonía del Espíritu ha ido guiando …

La experiencia del Sínodo nos ha confirmado: Que es posible caminar juntas en la diversidad, que no debemos mostrarnos rígidas, que las palabras compartidas siempre tienen que ir acompañadas con los hechos y que se necesita tiempo para opciones que impliquen a toda la Iglesia.

Hemos recibido un gran regalo, como nos recordó el Papa Francisco en sus palabras finales: “El Documento sobre el que los sinodales han expresado su voto es un triple regalo para la Iglesia Universal. Ante todo, es un regalo para él como Obispo de Roma que necesita poner en práctica la escucha. Un regalo para todo el pueblo de Dios y un regalo que no puede quedarse solo en nosotros”. No desaprovechemos este gran regalo que se nos da, abrámoslo, compartámoslo, y, sobre todo, vivámoslo.

Para acabar, una palabra resuena en nuestro corazón:  GRACIAS.

Gracias a Dios por este tiempo del Espíritu. Gracias porque la Iglesia sigue teniendo algo que decir a nuestra realidad, a veces, tan lejana de Dios. Gracias porque, a pesar de las diferencias, todos seguimos teniendo un lugar y somos capaces de escucharnos. Gracias por esta experiencia de servicio sencillo, de trabajo compartido con otras religiosas y sacerdotes, que nos enriqueció y ayudó a crear familia. Gracias porque somos más conscientes de lo que significa “llevar el peso de la Iglesia”. Gracias por la belleza de la Iglesia en su sinodalidad, por la comunión y el compartir con otras iglesias. Gracias a la Congregación por permitirnos vivir esta experiencia. Gracias al Papa Francisco por su cercanía, acogida, paciencia… y porque no se cansa de creer en el ser humano.

Que la armonía del Espíritu que hemos experimentado estos días continúe al salir de esta aula…

Bogumiła Pistelok y Beatriz Mª Pereiro, RMI

En estos días se está distribuyendo el texto María Antonia París amiga y compañera de camino.