Innova, valora y da continuidad a la vida de las demás, entregada en el trabajo diario, buscando el bienestar de la Casa Común
16 mayo 2022La experiencia de participar en el Sexagésimo sexto período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW66), fue orientada desde la Coalición de Religiosos por la Justicia (JCoR). Se formó un grupo con más de 30 personas, la mayoría de los participantes eran laicos que trabajan en Familia Claretiana, comprometidos con los derechos a la Vida digna de la mujer en sus distintas edades y realidades, o en proyectos de cuidado y descarbonización del medio ambiente, así como la protección y educación de las niñas y mujeres ante guerrillas, guerra de Ucrania, de la imposición de un estilo de vida forzado debido a sus tradiciones locales.
Buscan crear o fortalecer distintos proyectos que ayuden a la sustentabilidad y sostenibilidad de la mujer desde la equidad de género, teniendo como eje transversal la justicia en el corazón de la trasformación global.
Para ello nos presentaron tres agendas a revisar para elegir las conferencias de mayor interés: Una agenda era de Sesiones Oficiales y las otras dos de eventos paralelos.
Las Sesiones Oficiales son las que se realizan en la Sede de la ONU; donde los delegados de cada país dieron a conocer diversos proyectos para que la mujer sea valorada, respetada, e incorporada en los trabajos desde la igualdad de género, buscando reducir la brecha salarial. Además, la ONU tiene la capacidad de llamar a cada país a rendición de cuentas sobre una realidad concreta, pidiendo claridad, evidencias y datos precisos del tema en cuestión.
Los eventos paralelos fueron organizados, unos por ONG y otros, por distintas asociaciones a quienes ONU Mujeres les permite porque están acreditadas por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
En ciertas conferencias de eventos paralelos no estuvimos del todo de acuerdo con lo que las delegadas exponían, como fue el caso de Honduras, México y República Dominicana; las que escuchamos la conferencia y conocíamos el tema escribimos en el chat que esos proyectos ya no existían, que los programas expuestos no tuvieron el alcance mencionado, o prefieren ayudar a jóvenes (que representan votos ante las elecciones) en lugar de continuar con el programa de salud para mujeres.
Por otro lado es impactante conocer que en diversas regiones del mundo los pueblos se han visto en la necesidad de cambiar totalmente sus estilos de vida para sobrevivir por la falta de agua, el deterioro de la tierra, la sobre explotación de la naturaleza, la inseguridad. Quienes dependen de la agricultura son extremadamente vulnerables ante el cambio climático; debido a sus escasos recursos no cuentan con otra alternativa de vida, las más afectadas son las mujeres.
Nos invitan de manera insistente a revisar nuestras actividades e incluir en ellas la defensa y cuidado del medio ambiente, creando distintos proyectos teniendo en cuenta la equidad e inclusión de género ante el cambio climático; donde las mujeres sean líderes ya que su capacidad “sentipensante” las hace únicas y altamente competitivas.
Para ello es indispensable un trabajo en equipo, escuchando realmente a los demás, caminando y trabajando junto a la hermana, “se necesitan lideres no jefes”, personas que sepan valorar el trabajo de otras y dar continuidad, preparar a las mujeres locales en todos los sentidos para que sean ellas las que estén al frente, aprendan a innovar fomentando desde la niñez su capacidad para ocupar diversos puestos de trabajo en la sociedad (por eso titulé así el artículo).
Es urgente que unamos nuestras manos, nuestras voces no solo junto a las que piden justicia por las mujeres secuestrada, asesinadas sino también ante el dolor de la madre tierra que ya no puede dar más frutos para alimentar, debido a su destrucción por la ambición de unos y la indiferencia de otros.
En los momentos de reunión grupal rezamos unos por los proyectos de los otros, teniendo presente los proyectos congregacionales. Es necesario que nos preguntemos que iniciativas tomarían hoy en día la Madre Antonia y el Padre Claret, tan sensibles ante las necesidades de su tiempo. Es el momento como dijo nuestra fundadora “en que nosotras sepamos qué hacer” para mejorar la agricultura climáticamente inteligente empoderando a las mujeres, desarrollar la resiliencia de las mismas a la migración, la supervivencia y el desplazamiento. Que JPIC no se quede solo en los documentos congregacionales.
Gracias por la oportunidad a esta experiencia.
Sofía Pérez Santiago, rmi