210 aniversario del nacimiento de María Antonia París

Celebramos hoy como Familia, el 210 aniversario del nacimiento de María Antonia París en Vallmoll, Tarragona el 28 de junio de 1813. Evocamos este acontecimiento como un momento de gracia, por el regalo de la vida a María Antonia y por el singular don carismático con el que Dios quiso darse a conocer a través de ella en la Iglesia y en el mundo.

Su nombre y su figura hablan de la respuesta incondicional a los caminos de Dios en su vida, de la fecundidad que abraza, acoge y comparte lo más preciado: su intuición carismática para que junto a otros, sus compañeras primero, Claret, y un sin fin de nombres a lo largo de los tiempos, construyeran una sola familia y un solo corazón unida por el amor fraterno y la pasión del anuncio de Jesús a toda criatura.

Ella, como madre de esta familia grande, compañera y amiga en los caminos de la vida ¿qué mensaje nos daría hoy? Posiblemente, entre varios, elegiría el de la unidad, ya que un cuerpo se mantiene unido si en él reina una fina armonía espiritual donde identidad y diferencia, contemplación y acción, persona y comunidad, carisma y diversidad del don vocacional cultural, encuentran el punto de equilibrio y complementariedad haciendo emerger una sinfonía que recrea el espíritu y enriquece con su belleza. Esa unión, como un manantial, tiene su fuente en la unión con Dios y se despliega en servicio creador de fraternidad y anuncio del Reino.

Nada más quiero, (sino) Cristo decía María Antonia casi como últimas palabras antes de su Pascua. Nada más quiero, (sino) hermanos, podríamos parafrasear, que es el único modo de entender el mensaje de Jesús en la tierra: “que sean uno como tú, Padre, y yo, somos uno”.

Ante la inminencia del XVIII Capítulo General que celebraremos en el próximo mes de julio, este mensaje nos llega con la fuerza de su actualidad y hondura.

La Virgen María, que vivió en íntima comunión con su Hijo, por la fuerza del Espíritu, continúe guiando nuestro caminar peregrino como sembradores de la fraternidad que nace de un corazón centrado en el amor a Dios y al hermano como síntesis de la vida cristiana.