Ecos de la misión de Ankarana

2 mayo 2023

Han pasado más de dos meses desde la toma de posesión de la misión parroquial y del establecimiento comunitario de Ankarana. Los sacerdotes se turnaron para visitar las subparroquias con el acompañamiento y la ayuda de los catequistas. La gente se alegró de celebrar la Eucaristía en su sencilla capilla y de celebrar también el sacramento de la reconciliación. En algunos lugares las hermanas pudieron acompañarles. Hubo dos reuniones del párroco con los catequistas. En una de ellas los miembros tuvimos ocasión de presentarnos.

La reparación, los arreglos y la construcción del aseo están todavía en proceso, y la obtención de agua es otro gran proyecto que queda por hacer. Todo avanza despacio y vamos cogiendo el ritmo de la gente. También estamos desarrollando un pequeño huerto, para tener nuestras propias verduras. Muchos transeúntes nos observan con curiosidad y asombro. Poco a poco vamos hablando y observando a la gente y su vida cotidiana. El funcionamiento de la escuela pública es muy diferente aquí, muchos niños no van a la escuela. La gente es tan pobre y la pobreza es tan profunda que no tienen comida.

Una mujer pobre y enferma de mediana edad viene a trabajar aquí a veces, no tiene zapatillas, sólo una comida completa al día, no tiene buena ropa, pero es asidua a la Eucaristía (cuando está bien), y siempre contribuye con algo para el ofertorio. Hay muchas como ella, me ha tocado y sigue siendo una fuerte experiencia de amor en mi corazón.

Después de nuestra llegada aquí algunos de nosotros contrajimos Malaria y malestar, esto ha debilitado un poco nuestra salud, y aún nos recuperamos lentamente. La enfermedad del lugar de misión es el bautismo del misionero.

Después de nuestra llegada a Ankarana, no hubo ningún diálogo común ni ninguna reunión formal en la comunidad, pero la vida continúa con la alegría pascual y la esperanza de la efusión del Espíritu.

En estos días se está distribuyendo el texto María Antonia París amiga y compañera de camino.