En el silencio …el renacer a la vida
7 abril 2023La muerte en cruz de Jesús esconde un llamado a la Vida verdadera que se comprende más profundamente en el silencio, en la soledad, en ese ‘guardar en el corazón’ esperando su fecundidad.
Para Vivir hay que morir. María Antonia París, en el Misionero Apostólico lo describe así: “y viva con Cristo muriendo, si quiere entrar en la vida con Cristo, reinando”. (MAP 2, 31)
El P. Claret se lo dice así mismo, como en una especie de declaración de identidad: “Un Hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”. (Aut 494)
La cruz no es la última palabra. La quietud silenciosa del alba da la respuesta de un nuevo amanecer que hay que discernir, creer y anunciar.
El silencio ante Jesús en la cruz y el silencio ante la tumba vacía, mensajera de la esperanza de la resurrección, nos señalan dónde y cómo escuchar la voz de Dios para acoger su mensaje, en actitud discerniente y transmitirlo. Necesitamos la soledad y silencio de todo el ser para acoger la Palabra de Dios y prepararnos para anunciarla (cf. Const. 57). Lo necesitamos para captar y discernir el permanente renacer de la Vida.