Entrevista sobre Protección de Menores
19 julio 2021Beatriz, acabas de terminar el Diplomado en la Gregoriana, sobre Protección de Menores. Te felicitamos por una buena conclusión y nos gustaría que compartieras con nosotras, algunas cosas sobre tu vivencia.
1. ¿Qué ha supuesto para ti el curso, de esfuerzo y de dedicación?
Entrega continua, total para acoger con riesgo y valentía, en disponibilidad, organización y apertura, esta travesía que ha supuesto, en tiempo de pandemia: aceptación, comunicación permanente, trámites de salida de Humahuaca hasta llegar a Roma, encuentro con lugares, personas, Hermanas y comunidades de diversas culturas, experiencias de vida y profesiones de trabajo, ritmo de estudio, metodología nueva en competencias, horario con jornada completa semanal presencial; abordar temas y situaciones que tocaron la sensibilidad personal, la realidad congregacional, eclesial y mundial, desde el dolor y la esperanza, en perspectiva de la protección de menores y personas vulnerables.
2. Habrás descubierto cuánta responsabilidad tenemos como misioneras, como formadoras, educadoras y simplemente como miembros del pueblo de Dios, para crear la cultura del cuidado. ¿Cuáles son las responsabilidades qué tenemos y qué has descubierto cómo más importantes en este momento?
El cuidado como promoción de la dignidad y de los derechos de la persona; del bien común; mediante la solidaridad (con los pobres y los indefensos); el cuidado y la protección de la creación. Necesitamos conformar la cultura del cuidado que tiene que ver con la protección y seguridad de niños, adolescentes y personas vulnerables, es un modo de vivir, de formarnos, de relacionarnos y de trabajar, normal y habitual, en el que aquellos a quienes servimos, especialmente los menores, se sientan siempre respetados, seguros y amados. Nos permite sanar, liberar y transformar la realidad, personal, estructural y sistémica.
3. Has hecho el curso con otros religiosos (as), sacerdotes y laicos (as) ¿cómo has visto la conciencia en la Iglesia de la responsabilidad que tenemos por el cuidado del menor y del vulnerable y por la responsabilidad de denuncia ante cualquier caso de abuso?
Según la realidad eclesial abordada en el Diplomado que acabo de concluir, considero que la conciencia como Iglesia de la responsabilidad que tenemos por el cuidado del menor y del vulnerable y por la responsabilidad de denuncia ante cualquier caso de abuso; se va abriendo camino, en algunas latitudes, más que en otras; desde lo que implica asumir, como organización, como comunidad y como bautizados, este gran reto pastoral de reparación y prevención que forja la cultura del cuidado. Con los últimos Papas, especialmente en este pontificado de Francisco, esto es muy evidente. Queda mucho por andar, desde nuestros contextos.
4. ¿Cuáles son los principios que debemos cuidar para asegurar una cultura del cuidado y de protección del menor y del vulnerable?
Los principios del Evangelio, recogidos en los Derechos Humanos de niñas-os y adolescentes que prevé la Constitución Política de cada país, en los tratados internacionales y en las demás leyes aplicables, sobre personas vulnerables.
Derecho a: la vida, la supervivencia y al desarrollo; prioridad; la identidad; vivir en familia; igualdad sustantiva; no ser discriminado; vivir en condiciones de bienestar y sano desarrollo integral; vida libre de violencia e integridad personal; protección de la salud y la seguridad social; la inclusión de niñas, niños y adolescentes con discapacidad; la intimidad; la seguridad jurídica y al debido proceso; entre otros.
5. A veces nos encontramos con una postura demasiado ingenua en las personas, cuando no son conscientes de las consecuencias que tiene un abuso en la vida de la persona y cuáles son las secuelas secundarias más allá de la persona víctima, también en su entorno familiar o de comunidad. ¿Qué es lo que tenemos que evitar de dar por supuesto, para tomar mayor conciencia de la cultura del cuidado y protección del vulnerable?
- Lo que somos, hacemos, nos formamos, sabemos; ya es suficiente.
- Es misión de algunos o de un equipo, no toca mi dignidad, ni mi proyecto de vida.
- Los abusos estan ausentes de nuestra vida, los afectados son otros, las “víctimas directas”.
- Conciencia del auto cuidado, cuidado de otros, se puede postergar.
- Normas, certificaciones y protocolos escritos dan seguridad a nuestros entornos y eso basta.
- Acciones y procesos de trabajo que no garanticen bienestar físico y emocional de las personas con algún tipo de dependencia o vulnerabilidad.
- Obras extraordinarias de amor al prójimo sin autocuidado, ni cuidado del entorno.
6. Durante el curso has conocido muchas llagas y heridas en la Iglesia y lo que cuesta sanarlas. ¿Cómo podemos cuidar para evitar que acontezcan estos males?
Implementando la cultura del cuidado y prevención en nuestra vida y misión. Resalto algunas claves de la prevención que pueden ayudar: la conversión del corazón. El abuso sexual es resultado de acciones que están encuadradas en el abuso espiritual, de poder y de conciencia. Esta triada abusiva la encontramos “instalada” en modos relacionales a lo interno de la Iglesia y de las comunidades religiosas. Requiere integrar nuestra vida de fe con acciones de cuidado y de protección de los más vulnerables. Otra clave “espiritualidad de la prevención”, tiene como fundamento la cruz, para decir que Jesús sufrió el abuso de poder del momento. Lleva a “configurar la esperanza del presente y futuro porque se convierte en una práctica” a favor de las víctimas y abre los ojos de la sociedad sobre las consecuencias de relaciones marcadas por el abuso y la violencia.
Dinamizar acciones que concreten la cultura del buen trato y la constitución de espacios sanos y seguros en nuestras Obras y Comunidades, es otra clave. Ambos procesos están enmarcados en la hermenéutica de la confianza como una alternativa opuesta a la cultura del abuso, la desconfianza, la culpa, el silencio y la falta de reconocimiento.
7. Qué ha sido lo más gozoso para ti en esta experiencia del curso que te gustaría compartir con nosotras?
La vida de familia que fuimos creando, con 17 compañeros y tres facilitadores, de América, África y Europa, con quienes, entretejimos interdisciplinarmente, el camino de sensibilización, esperanza y compromiso, en medio de la “pandemia de abusos” que, como Iglesia, experimentamos y confrontamos. Con profundo respeto, nos acercamos a historias personales, familiares, comunitarias, culturales y eclesiales; llagas de víctimas primarias y secundarias, niños, adolescentes y personas vulnerables; drama de victimarios, se hicieron sentir. Conocimientos, reflexiones, experiencias y herramientas despertaron habilidades iluminadoras del camino de esperanza en reparación de víctimas y victimarios, compasión, misericordia y justicia, presentes en la Pastoral de Prevención, responsabilidad en el “hacer con otros”.
8. Qué perspectivas ves para el próximo futuro para nuestra congregación en implementar nuestro protocolo nuestro manual de protección:
Gran logro Congregacional el Manual Protocolo de Protección. Conocerlo, contextualizarlo y aplicarlo en los Organismos, Comunidades, ámbitos pastorales, como compromiso personal, comunitario y misionero; darle vida a lo escrito, “gran aporte a la trasparencia en el anuncio del Evangelio a favor de la vida y de la opción por los empobrecidos vulnerados”, desde la Pastoral de la Prevención, como lo escribe el n°2 en la Introducción del Manual Congregacional. Es compromiso y responsabilidad para asumir por las Misioneras Claretianas y laicos en favor de la prevención de todo tipo de abuso dentro y fuera de la Iglesia Católica.
Beatriz Salazar Garzón, rmi
Misionera Claretiana
Provincia de Latinoamérica