Foro congregacional, María Inmaculada nos abre al gozo y a la esperanza

10 diciembre 2020

El año de la celebración del centenario del Instituto unificado ha sido una oportunidad para ahondar en nuestra historia congregacional, así como también en la realidad en la que estamos inmersas y en los deseos de proyección que nos acompañan siempre.

Ciertamente, la celebración de este año pasará a la historia por el impacto que ha tenido en la vida de la humanidad la pandemia causada por el Covid-19, cuyas consecuencias se notan cada vez con más fuerza pero, en su mayor parte, aún desconocemos.

En este marco, nos hemos invitado y animado a reflexionar comunitariamente, para que el sufrimiento, el desconcierto y las intuiciones e iniciativas de este tiempo se transformen poco a poco en oportunidades y podamos vivirlo como una visita del Dios de la historia. Sí, aunque resulte difícil a la razón… esperamos sea guardado y atesorado como fe fuerte en ese Dios roca y salvación de la humanidad.

Hemos elegido este tiempo de preparación a la fiesta de la Inmaculada, en concreto el domingo 6 de diciembre, para compartir algunas de esas intuiciones y vivencias que nos han llegado de hermanas y comunidades a lo largo de este tiempo. Hemos escuchado palabras sencillas, palabras humanas. Palabras que han hecho posible el encuentro y nos han permitido tocar un poco la realidad que viven nuestras comunidades. Qué aspiraciones nos mueven, qué planteamientos surgen. Palabras que, para que nos toquen, necesitan acogida orante, reflexión ulterior y asimilación. Palabras que confirman e invitan a renovar lo que somos. Somos claretianas…. Que caminamos juntas… Que nos ponemos en camino y hacemos fácil este mismo camino a los demás. Desde la cercanía de Cristo, nos ponemos al lado del que sufre… con sus gestos y palabras.

Al escucharnos, nos hemos confirmado en la importancia de no dejar pasar las intuiciones y experiencias que en este tiempo han marcado la vida y misión de nuestras comunidades, encontrando en esta historia nuestra, señales y razones de fe y esperanza, que impulsan nuestro ser misionero a una entrega siempre más alegre y servicial en favor de los más necesitados.

En estos días se está distribuyendo el texto María Antonia París amiga y compañera de camino.