Ven Espíritu Santo…

“El Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho”. (Jn 20,19-23)

El Espíritu Santo, que aparece en forma de lenguas de fuego sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, nos revela con claridad esta verdad: “tener un corazón y una lengua de fuego de caridad”. Nuestro amor por Cristo nos mantiene abiertos a la recepción del Espíritu. El Espíritu que habita en nosotros nos permite escuchar la Palabra de Dios y vivirla; el Espíritu que transforma nuestros corazones, purifica nuestras intenciones y renueva nuestra relación personal con Dios; el Espíritu que da una fuerza interior para vivir según el Evangelio, que reúne a los creyentes en la unidad a pesar de sus diferencias, que crea una comunión fraterna en la Iglesia y en las comunidades, y que da una paz interior y una alegría que no dependen de las circunstancias externas.

Como los apóstoles en Pentecostés, nuestro deseo es tener el valor de testimoniar nuestra fe, incluso en contextos difíciles u hostiles, renovar nuestros corazones para que estén llenos de paz, sabiduría y amor, y guiar nuestras palabras y acciones para construir un mundo más fraterno y solidario.