Consagrados y enviados

1 febrero 2021

Agradecemos la fuerza siempre nueva del Espíritu, que mueve desde dentro, nuevos caminos del anuncio del evangelio siempre sorprendente, actual, fresco porque es Jesús mismo el que lo sostiene.

Es el mismo Espíritu que nos urge desde el origen a anunciar el Evangelio al estilo de los Apóstoles, en todo el mundo. Hemos nacido en la Iglesia para esta misión: vivir y anunciar la buena nueva de Jesús buscando el Reino de Dios y su justicia y contribuyendo a la renovación de la Iglesia. Nuestra vida es misión, nuestra comunidad es anuncio, cualquier actividad apostólica a la que somos enviadas es anuncio, por muy pequeña que sea.

La fecundidad del carisma nos lleva a realizar esta misión caminando con otros y como cuerpo apostólico con alcance universal, de modo que nadie debe sentirse limitado ni excluido. En la cotidianidad se traduce en gestos sencillos de prestar oídos a la escucha, los ojos a la contemplación, brindar la consolación y compañía, hacernos cargo del sufrimiento, de la fatiga que vive la mayoría de la humanidad en este tiempo e intentar hacerlo de modo samaritano cuidando la fragilidad humana; una manera de acercar las palabras y los gestos de Jesús a cada persona.

Unidas a todos los consagrados del mundo, con los mejores deseos de en fidelidad profética: ¡Feliz fiesta de la vida consagrada!

En estos días se está distribuyendo el texto María Antonia París amiga y compañera de camino.