Teresita Albarracín, vivir y anunciar el Evangelio

11 marzo 2021

Hoy, 12 de marzo, en este tiempo favorable de cuaresma que nos ofrece la Madre Iglesia para experimentar la misericordia del Padre caminando junto a Jesús en el desierto de nuestra vida cotidiana, celebramos la memoria de nuestra querida hermana Teresita Albarracín.

Los pasos y deseos de Teresita de configuración con Jesús, son una invitación a vivir un tiempo propicio para renovar la fe, la esperanza y la caridad, ofreciendo con alegría lo que somos y hacemos, por amor a Jesús y a los demás.

Nuestra consagración religiosa es un don, una gracia de Dios que se derrama en nosotros y nos hace participes de la consagración de Jesucristo; una participación que abarca todas las dimensiones de nuestra vida.  Teresita lo expresó claramente con estos términos: “Jesús es mi Rey, me pide que le siga, y le quiero seguir en todos los instantes de mi vida, a la gloria o a la humillación, al trabajo o al descanso, al Tabor o a Getsemaní, con la sonrisa en los labios” (Vida de Teresita Albarracín). En otras palabras, vivir plenamente el amor de Dios en nuestra consagración es reproducir en nosotras la vida misma de Jesucristo, ser testigos, signos de su presencia hoy y ahora allí donde estemos.

Teresita, como toda claretiana se ha comprometido en el anuncio del Evangelio, lo ha vivido plena y dignamente, con coherencia. Nosotras también estamos llamadas a encontrar personal y comunitariamente nuevas formas más sensibles y fraternas, de vivir y transmitir la Palabra. Contagiar con sonrisa, sencillez, dedicación, paz, alegría y convicción a otros lo que creemos.

Dejémonos iluminar y estimular por las actitudes de Teresita en la vivencia de la misión evangelizadora, alentando en nuestros corazones el celo de la salvación de las almas que consumía a nuestros Fundadores.

En estos días se está distribuyendo el texto María Antonia París amiga y compañera de camino.